lunes, 29 de octubre de 2012

Tras la tormenta.

Luz entre la oscuridad. Rabia desatada entre lágrimas del cielo. Vientos que soplan arrastrando todo a su paso. Y después calma. Silencio. Vuelta a empezar. Una belleza extraña propia de la naturaleza. Una naturaleza que es capaz de lo mejor y lo peor, pero siempre de una forma maravillosa y sorprendente. Así es una tormenta. Y por eso me encantan.

Por eso, y porque mi vida se identifica con una sucesión de tormentas de mayor o menor grado que me sacuden con su viento, su lluvia y sus truenos. Para después volver a la calma y hacer balance de que gané y que perdí. Y como buenas tormentas, nunca aparecen cuando deberían pero siempre acaba siendo el momento oportuno. 

Y como no podía ser de otra manera, este blog nace después de una tormenta. Pero de las de verdad. De las de noche, sonidos a través de la ventana y caricias entre las sábanas. Y nace por mi necesidad de hablar, de plasmar mis pensamientos más erráticos en palabras que permitan ordenar mi mente, tan parecida a un huracán de ideas, idas, venidas y vueltas a mí mismo. 

Pero no estaría escribiendo esto si la estrella fugaz que me guía no me hubiera iluminado el camino y empujado a salir bajo la lluvia. A mojarme, a sentir el aire en mi cara y gritar mi realidad. Y aquí estoy. Soy el hijo de mi propia tormenta. 

Bienvenidos a mi vida tras la tormenta. 




Tayne.

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