Por eso, y porque mi vida se identifica con una sucesión de tormentas de mayor o menor grado que me sacuden con su viento, su lluvia y sus truenos. Para después volver a la calma y hacer balance de que gané y que perdí. Y como buenas tormentas, nunca aparecen cuando deberían pero siempre acaba siendo el momento oportuno.
Y como no podía ser de otra manera, este blog nace después de una tormenta. Pero de las de verdad. De las de noche, sonidos a través de la ventana y caricias entre las sábanas. Y nace por mi necesidad de hablar, de plasmar mis pensamientos más erráticos en palabras que permitan ordenar mi mente, tan parecida a un huracán de ideas, idas, venidas y vueltas a mí mismo.
Pero no estaría escribiendo esto si la estrella fugaz que me guía no me hubiera iluminado el camino y empujado a salir bajo la lluvia. A mojarme, a sentir el aire en mi cara y gritar mi realidad. Y aquí estoy. Soy el hijo de mi propia tormenta.
Bienvenidos a mi vida tras la tormenta.
Tayne.
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