domingo, 30 de diciembre de 2012

Viaje en tren.

Ella, manos nerviosas, mirada inquieta, ojos grandes y claros, pelo rubio.
Él, pelo castaño, ojos pequeños y oscuros, mirada sosegada, manos tranquilas.
Sus mochilas sobre la mesa, la del chico azul, la de la chica violeta.
Tras la parada en la que se han montado, el viaje continúa.
El tren empieza a moverse y ellos se sientan.
Él a la izquierda, ella a la derecha.

Y en ese momento se miran, y cuando eso ocurre, se vuelven uno.
Ella no es capaz de apartar sus ojos de la cara de su chico.
Él acomoda su cuerpo para dejarle sitio entre sus brazos a su chica.
Se hablan durante unos minutos, y cada uno se centra en distintas cosas.
Ella en su reproductor de música, él en su libro.
Pero ya no volverán a separarse en todo el viaje.

Inconscientemente, él acaricia sus brazos arriba y abajo, ora despacio, ora rápido.
Ella no es capaz de centrarse en su música más allá de unos segundos.
Lo observa, desvía la mirada. Le toca la cara, se separa de él.
Y como dándose cuenta del terrible error que está cometiendo, vuelve a dejarse caer.
Él, divertido, sonríe viendo como ella no es capaz de tranquilizarse.
Finalmente, tras una mirada mutua demasiado larga, se besan.
Y al separarse sonríen felices.

Así transcurre el viaje, de parada en parada.
El paisaje contemplando como dos estrellas fugaces se unen en un solo ser.
En un lugar tan común, de la forma más sencilla.




Tayne.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Noche eterna.

—¿Crees que saldrá el sol mañana? —preguntó él, dándole otra calada a su cigarro.

Seguía apoyado en la barandilla de la cubierta superior, de frente a la luna llena que adornaba la noche. El reflejo lunar bailaba proyectado sobre el profundo mar oceánico que rodeaba el transatlántico, que continuaba su viaje rumbo a América.

—Claro que saldrá, a no ser que amanezca nublado. Pero nadie de la tripulación ha hablado de mal tiempo para mañana. —La mirada burlona que me dedicó, la primera de la noche, me dio a entender que no estaba hablando precisamente del tiempo.
—Siempre damos por hecho que mañana estará ahí, como un día más. Creemos que todo seguirá igual, exactamente igual, día tras día.
—¿De qué hablas Javier?
—Sólo del sol. Imagina que mañana te levantas y sigue siendo de noche. Que esta vez, inexplicablemente, todo sigue oscuro. Que pasan las horas y ese hecho insólito sigue ahí. Continuas como si fuera un día normal, mirando de reojo para ver si se acaba la noche. Pero que tras todo un día, que tras toda una semana, sigue igual.
—Pero eso no pasará nunca, no digas tonterías.
—Sólo inténtalo, prueba a imaginar. ¿Qué harías?
—Pues no sé... Tal vez haga eso, continúe con mi vida. En verdad no es tan importante mientras tengamos luz, ¿no? O sea, no será de día, pero las horas pasarán igual, habrá farolas, lámparas, linternas. No es nada que no se pueda solucionar.

Javier, con la vista perdida en el infinito, se mantuvo en silencio. No me miró, igual que no lo había hecho cuando llegué a cubierta, pero de igual forma supo que estaba allí. A veces, su carácter risueño daba paso a esa especie de ensoñación, a esas preguntas extrañas. Ya estaba acostumbrado y no solía darle mucha importancia. Una calada más y dejó caer su cigarrillo por la borda.

—A veces, el sol no vuelve a salir nunca en nuestra vida. Aunque nos sorprenda, damos por hecho que podemos seguir adelante, que no nos influye mucho más allá de la luz que nos aporta, luz que podemos sustituir con cualquier lámpara. Pero no es así. Si piensas un poco, si buscas hasta donde llega su influencia, te das cuenta de que esa luz es la que hace crecer las plantas y animales que acaban siendo parte de nuestra alimentación. Aprendes que tu piel pierde su color, que a tus ojos se les escapa la vida. Ese sol que parece lejano y poco importante, en verdad maneja nuestra vida de una forma que no somos conscientes hasta que hace tiempo que nos falta. Hasta que su pérdida es inevitable, insustituible. Dejamos de preocuparnos por él, pensando que seguirá ahí para toda la vida. Hasta que somos incapaces de volver a ver en la noche eterna.
—Ya claro, pero el sol nunca dejará de salir Javier, no te rayes.
—¿Y quién estaba hablando del sol?




Tayne.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Música callejera.

"Sometimes I feel like I don't have a partner. Sometimes I feel like my only friend is the city I live in. The city of angels. Lonely as I am, together we cry."

La música suena en mis cascos. Ando despreocupado, a paso lento, observando como discurre la vida a mi lado. El centro de la ciudad está lleno de luces, reflejo de la época en que estamos. Todo el mundo corre de un lado a otro, mochilas al hombro, bolsas de la compra de mil tiendas distintas en la mano, bufandas y guantes como muralla ante el frío del invierno. Todo el mundo tiene una meta que cumplir esta tarde, y esperan no encontrar muchas dificultades. Las diversas luces alumbran recordando la de regalos que aún no compramos. El poco tiempo que queda para cambiar de año, imaginando que esa simple fecha será capaz de reiniciar la vida que ahora nos rodea para mejor.

Pero más allá del ir y venir de la gente corriente, hay alguien más. Gente que esta Navidad, igual que todas las demás fiestas, sigue ahí, a pie de calle, buscándose la vida. No habrá día que no pase por aquí que no estén. Desde el mimo que continúa con su función sin parar solo para contentar a los niños que lo rodean con cara de ilusión, hasta el músico que no para de tocar aunque ninguno de los presentes se digne a dejar caer alguna moneda en el viejo sombrero que adorna el suelo. 

Siempre que puedo, me paro al otro lado de la calle, me siento, y observo. Hoy le tocó el turno a una pareja de músicos. Paro mi móvil y escucho. Son dos chicos: un violín, una trompeta. Juntos, no sé si se conocerán mucho o no, improvisan. El violín pone una base continua y suave, la trompeta sube y baja de tono siguiendo la melodía. Cuál será la historia de cada uno de ellos, me pregunto. Qué los lleva a estar allí, en mitad de la calle, pasando frío, esperando la caridad del publico errante. Me impresiona la capacidad de la música de unir a dos personas, haciendo que olviden por un momento todo lo que les rodea, haciendo que centren todos sus sentidos en la melodía que interpretan. Tal vez así se alejen de este mundo que no los complace suficientemente, quizás intenten expresar aquello que con palabras nadie escucharía. 

Cuando terminan, me levanto y sigo caminando. A lo lejos escucho que han vuelto a empezar. Esta vez serán otros los afortunados que entren en su juego, dejándose llevar al mundo que hay más allá de lo material. 

Allá donde los sueños de dos simples músicos callejeros se hacen realidad. 




Tayne.

martes, 18 de diciembre de 2012

Libertad efímera.

Esta noche estrena libertad un preso.

Bebe ron. A él le hace gracia pensar que es como uno de aquellos piratas que cantaban a las olas y al ron a partes iguales, perdidos entre aventuras, peleas y abordajes. En una esquina de un pub, con la música demasiado alta para él, ve pasar a la gente entre volutas de humo. Él no lo sabe, pero la ley prohíbe fumar allí. A pesar de ello, en aquel lugar nadie hace mucho caso a la ley, y menos a ese tipo estúpido de leyes.

Bebe, observa, piensa. Un codo apoyado en la barra, un poco recostado. Con dos grandes entradas y una frente fuerte y amplia, su pelo empieza a presentar alguna que otra cana. Demasiado estrés en la cárcel. No es que él fuera un preso muy exaltado, siempre sobrevivió un poco al margen del resto. Pero, ¿quién no tiene problemas en el talego? Él, por supuesto, no se libró. Pero no lo recuerda como un mal lugar. Sólo como un lugar difícil. Una etapa de su vida que esta ahí, ni buena, ni mala, ni nada de nada. Aunque siempre había acción para quién quisiera mirar.

Recuerda que ya nadie le espera en ninguna parte. Hace mucho que las visitas pararon, y las cartas siguieron el mismo camino poco tiempo después. Bueno, no las culpa. Sus hermanas no tenían por qué cargar con la culpa de sus problemas. En cierto modo, el tampoco tenía la culpa. Pero eso ya da igual. Veinte años de encierro consiguen que todo se mire con otra perspectiva. Ahora solo tiene sus manos, una ligera idea de carpintería y un traje gris pasado de moda. Mañana intentará buscar trabajo en algún lado. Él tampoco sabe que ahora todo el mundo anda buscando trabajo en alguna parte. Y casi nadie lo encuentra.

Apura su copa, echa otra ojeada a los presentes, y se levanta camino de la puerta. Esboza una sonrisa al darse cuenta que sus pasos no avanzan todo lo recto que deberían. A pesar de todo, no ha perdido esa sonrisa tan suya, que le levanta ligeramente la mejilla derecha. Tan ensimismado va, que no se da cuenta de que la puerta se abre en el mismo momento que él coge el pomo.

—Oh, perdone señor.
—Lo siento, pase pase.
—Claro, no se preocupe.

Es morena, el pelo corto y liso. Joven, podría ser su hija. Sigue adelante, pero justo antes de girar en una esquina, se vuelve curiosa y clava sus oscuros ojos en él. Una mirada es bastante. El brillo en los ojos de aquella chica ha sido más que suficiente.

Esta noche estrena libertad un preso. Le ha durado cinco horas. Pero esta vez la prisión está en los ojos oscuros de una mujer.




Tayne.

sábado, 15 de diciembre de 2012

La fe perdida.

Quizás el fin del mundo de los mayas sea una buena solución. Visto lo visto, los humanos nos merecemos eso y más. De hecho, nos merecemos el fin del mundo pero solo para nosotros, y dejar este mundo de una maldita vez en paz.

Ni siquiera somos capaces de mantener nuestra propia especie. Traspasamos el egoísmo y la vanidad de creernos por encima de todo lo que nos rodea, con esa mentalidad de ser superior que nos ha malcriado desde que casi tenemos consciencia, hasta límites insospechados. Y esos límites siempre han estado muy lejos de nosotros mismos. Desde el hombre de las cavernas hasta hoy mismo, nos matamos entre nosotros por razones estúpidas.

Y lo peor es que durante un tiempo hemos rozado un punto en el que la vida humana valía algo. No como antaño, donde una hogaza de pan superaba por mucho la vida de casi cualquiera. Casi pienso que estamos volviendo a eso. ¿En cuántas partes del mundo hay ahora mismo luchas enfermizas que solo buscan el exterminio de personas? ¿Por qué obviamos las noticias diarias de muertes en nuestra televisión? Acaban siendo solo datos, estadísticas. Quizás razones para ir en contra de aquel gobierno que nos metió en una guerra, o a favor de aquel otro que nos sacó de ella. Somos insensibles. Estamos muertos en vida. No por ser duro de asumir, deja de ser menos verdad.

En nombre de patrias, banderas, creencias, razas, tierras. Cualquier cosa nos vale para iniciar la violencia. Incluso las razones más éticas y válidas, acaban tornándose en una suerte de esperpento para buscar más poder personal a cambio de vidas y vidas humanas. A veces, incluso, es solo crueldad o locura. Así hemos sido siempre, así somos, así seremos. Es increíble que por cada creación maravillosa de la humanidad, haya cien actos de barbarie. No es posible compensar el mal del mundo con el poco bien que casi nadie ya se atreve a regalar.

Por eso a mí, apenas me queda fe en el ser humano.




Tayne.

martes, 11 de diciembre de 2012

Conxuro.

Con este cullerón levantarei as chamas deste lume que asemella ao do inferno, e fuxirán as bruxas a cabalo das súas escobas, índose bañar na praia das areas gordas.

Dios mío, ayúdame. La negra capucha que cubría mi rostro yace en el suelo a mi lado. En el blanco vestido que llevo y que alguien me obligó a ponerme, relucen las llamas de la hoguera central, bailando al son del cántico que resuena en mis oídos. Un círculo de figuras oscuras nos rodean, a mí y a dos chicas más. Parecen mucho más asustadas que yo. No sé quienes son, no sé que hago aquí. Pero estoy segura de que esta noche moriré.

¡Oíde, oíde! Os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no augardente, quedando así purificadas.

El encapuchado que tenía enfrente avanza hacia nosotras. Ha dejado atrás la hoguera en cuyo centro una plancha metálica está poco a poco volviéndose de un color rojo vivo. A escasos pasos de dónde nos encontramos, ha parado y ha tirado su capa al suelo. Una mujer morena, con la piel totalmente blanca y unos ojos verde brillante, nos está mirando. Acaba de ordenar al grupo que comiencen. Los cánticos han aumentado de fuerza. Un cuchillo ha aparecido en las manos de la mujer y no sé de dónde ha salido.

E cando esta queimada baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa alma e de todo embruxamento.

Es extraño, pero no tengo miedo. Quizás he asumido mi derrota. Quizás ya había muerto mucho antes de esta noche. No dejo nada más allá de mi recuerdo, que pronto se borrará entre las mentes dóciles e inocentes de las gentes de mi pueblo. Una chiquilla más que desaparece, algo demasiado normal en los tiempos que corren. Unos dicen que huyen a la capital buscando una salida a la pobreza, otros murmuran asustados que los espíritus de los bosques gallegos las reclaman para sus negros rituales. Ahora sé que tenían razón.

Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada: si e verdade que tendes mais poder que a humana xente...

Las figuras se agitan nerviosas, creo que estamos cerca del final. De pronto todos se han callado, y con una sonrisa, la extraña mujer ha continuado con el cántico ella sola. Es un hechizo, no hay duda. Si presto atención soy capaz de entender lo que dice. Brujas. Meigas. Eso es lo que son todas. Se acerca a nosotras, desviándose hacia la chica de mi izquierda. Ha empezado a llorar de verdad pero nadie se molesta en mirarla ni siquiera. Todos están pendientes del cuchillo que brilla con la luz lunar.

Aquí e agora, facede cos espíritos dos amigos que estan fora, participen con nos desta queimada.

Los sollozos pararon, la sangre corre. Soy la siguiente. Dios, maldita sea, dónde te escondes.




Tayne.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El manifiesto Holstee.

Ésta es tu vida. Haz lo que amas y hazlo con frecuencia. Si no te gusta algo, cámbialo. Si no te gusta tu trabajo, renuncia. Si no tienes suficiente tiempo, deja de ver televisión. Si estás buscando el amor de tu vida, detente. Estará esperándote cuando empieces a hacer las cosas que amas. Deja de analizar demasiado. La vida es simple. Abre tus brazos, mente y corazón a nuevas cosas y gente. Estamos unidos en nuestras diferencias. Algunas oportunidades solo se presentan una vez, aprovéchalas. Viaja con frecuencia; perderte te ayudará a encontrarte. Todas las emociones son hermosas. Cuando comas, aprecia cada bocado. Pregunta a la próxima persona que veas cuál es su pasión. Comparte tu sueño inspirador con ellos. La vida se trata de la gente que conoces, y las cosas que creas con ellos. Así que sal y comienza a crear. La vida es corta. Vive tu sueño y comparte tu pasión. 




Tayne.

martes, 4 de diciembre de 2012

Piedras en el camino.

Las piedras en el camino nos eligen a nosotros para que tropecemos con ellas. Se mueven sin que nos demos cuenta hasta que inevitablemente tropezamos. Y si caemos dos y más veces en lo mismo, es porque se han vuelto a mover. Ahí están, esperando a que lleguemos a ese punto del camino para volver a hacernos daño. Sin ninguna compasión, como brechas del destino por las que ir perdiendo poco a poco la vida. Y cuando conseguimos de una patada sacar una del camino, más adelante, dónde menos te lo esperes, otra sucesora aparece y retoma la tarea.

Pues siempre seremos iguales y siempre tropezaremos. Está en nuestro ADN, es nuestra forma de ser. Intenta cambiar, y cuando te descuides, días, semanas, meses o años después, te habrás olvidado de cuál fue la solución, porque estás recayendo en lo mismo y no sabes que hacer de nuevo esta vez. Vuelta a empezar, a luchar, a sufrir, hasta que de nuevo consigas levantarte y seguir adelante.

Parece como si al nacer te regalaran el conjunto de problemas que jamás podrás superar, esas acciones que te atormentarán una y otra vez a lo largo de tu vida haciéndote dudar, que dolerán y que irremediablemente tendrás que repetir de forma periódica. Y que sólo tal vez, cuanto más crezcas y más fuertes sean tus barreras, puedas superar o casi olvidar en un rincón de ti. Conseguir que solo muy de vez en cuando vuelvan a aflorar, incluso con suerte menos potentes de lo que acostumbraban.

Y así es la vida y así se nos otorgó a cada uno de nosotros. Un conjunto de piedras en el camino que ir sorteando para conseguir llegar al final con la menor cantidad de heridas posibles.




Tayne.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Pensión compleja.

Antes que nada, perdona si huele un poco cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner morados.

Y hablando de ponerse morados, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más.

Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.

El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras.

Mis recuerdos los deje todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso.

El interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón.

No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones tú.

Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios.

Tampoco acaba de funcionar bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.

Para acabar, te he dejado un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que lo disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión.

Aquí no vienes a rendir cuentas sino a rendirte tú. Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirme a mí. Y lo de dar explicaciones, déjalo para el señor Stevenson.

El resto, no sé, supongo que todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.

Dime que tienes toda la vida, y voy pidiendo presupuestos.

Dime que intentaremos una vida e iré encofrando mis nunca más.


El sentimiento negativo - Risto Mejide




Tayne.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Escondite.

Iba allí a olvidarse de todo.

Los días grises, los días malos, terminaba lo más rápido posible de sus tareas en casa y cogía su bicicleta. Se colocaba sus auriculares y ponía rumbo hacia los caminos que circunvalaban todo el pueblo, ya medio escondidos entre tanta carretera comarcal. Se sabía el camino de memoria desde que descubrió ese rincón hacía ya un año y medio. Desde entonces, siempre que lo necesitaba huía allí. A veces iba varios días seguidos, otras veces tardaba semanas en volver. Dependía de lo largo que fuera en ese caso el momento oscuro de su alma.

Aquel día de diciembre era uno de esos días en los que no podía más, rodeado de problemas que casi nadie quería entender. Su madre decía no le diera tanta importancia. Sus amigos hacían como que le escuchaban pero solo acompañaban la conversación con monosílabos sin sentido. Entonces descubrió ese lugar. En el momento en que entraba en aquel claro apartado del camino, con ese gran árbol justo en mitad, se sentía fuera de la deriva de su vida. Apagaba la música, soltaba sus cosas, y se sentaba a contemplar el cielo.

Cuando cerraba los ojos sólo escuchaba el sonido de los pájaros, el zumbar de los insectos, las conversaciones a susurros entre las hojas del enorme árbol. Y cuando los abría, el cielo cubría su mirada. Daba igual el color, si era el azul claro de un día soleado o el gris perla de las nubes de lluvia, no importaba. Se perdía en la profundidad de aquel infinito inalcanzable. Y se sentía mejor. Mucho mejor. Aquel era su lugar, su rincón, su escondite. Allí se daba cuenta de lo pequeño que era entre la inmensidad del mundo, pero a su vez, se sentía parte de algo maravilloso.

Pero aquel fue un día diferente. Fue el día en que todo cambió. Porque los árboles no hablaban. Pero aquel enorme árbol, en mitad de aquel claro perdido del mundo, le había llamado por su nombre.




Tayne.