sábado, 22 de diciembre de 2012

Música callejera.

"Sometimes I feel like I don't have a partner. Sometimes I feel like my only friend is the city I live in. The city of angels. Lonely as I am, together we cry."

La música suena en mis cascos. Ando despreocupado, a paso lento, observando como discurre la vida a mi lado. El centro de la ciudad está lleno de luces, reflejo de la época en que estamos. Todo el mundo corre de un lado a otro, mochilas al hombro, bolsas de la compra de mil tiendas distintas en la mano, bufandas y guantes como muralla ante el frío del invierno. Todo el mundo tiene una meta que cumplir esta tarde, y esperan no encontrar muchas dificultades. Las diversas luces alumbran recordando la de regalos que aún no compramos. El poco tiempo que queda para cambiar de año, imaginando que esa simple fecha será capaz de reiniciar la vida que ahora nos rodea para mejor.

Pero más allá del ir y venir de la gente corriente, hay alguien más. Gente que esta Navidad, igual que todas las demás fiestas, sigue ahí, a pie de calle, buscándose la vida. No habrá día que no pase por aquí que no estén. Desde el mimo que continúa con su función sin parar solo para contentar a los niños que lo rodean con cara de ilusión, hasta el músico que no para de tocar aunque ninguno de los presentes se digne a dejar caer alguna moneda en el viejo sombrero que adorna el suelo. 

Siempre que puedo, me paro al otro lado de la calle, me siento, y observo. Hoy le tocó el turno a una pareja de músicos. Paro mi móvil y escucho. Son dos chicos: un violín, una trompeta. Juntos, no sé si se conocerán mucho o no, improvisan. El violín pone una base continua y suave, la trompeta sube y baja de tono siguiendo la melodía. Cuál será la historia de cada uno de ellos, me pregunto. Qué los lleva a estar allí, en mitad de la calle, pasando frío, esperando la caridad del publico errante. Me impresiona la capacidad de la música de unir a dos personas, haciendo que olviden por un momento todo lo que les rodea, haciendo que centren todos sus sentidos en la melodía que interpretan. Tal vez así se alejen de este mundo que no los complace suficientemente, quizás intenten expresar aquello que con palabras nadie escucharía. 

Cuando terminan, me levanto y sigo caminando. A lo lejos escucho que han vuelto a empezar. Esta vez serán otros los afortunados que entren en su juego, dejándose llevar al mundo que hay más allá de lo material. 

Allá donde los sueños de dos simples músicos callejeros se hacen realidad. 




Tayne.

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