miércoles, 20 de febrero de 2013

El hombre frente al mar.

La lancha de rescate se acercó al navío lentamente, lanzando cabos para intentar amarrar ambas embarcaciones y así poder abordarlo. El velero llevaba a la deriva dos días y la comunicación con su tripulante había sido imposible. Tras el tiempo reglamentario en ese tipo de competiciones para establecer contacto, la organización había decidido mandar el operativo oportuno. A las doce de aquella mañana de fuerte viento, al fin habían conseguido divisarlo entre el fuerte oleaje.

El velero, modelo Open 60, saltaba al ritmo de las olas, con la vela mayor enrollada alrededor del mástil de 30 metros y el génova suelto en uno de sus extremos. Quedaban pocos utensilios enganchados por la borda, el resto seguramente flotaban ya en el océano debido a los temporales que habían asolado aquella zona del Atlántico los días anteriores. En la última comunicación, el patrón Louis Riou había señalado su posición y su rumbo, nada fuera de lo normal. Desde entonces, nadie respondía en la radio del participante número seis.

El médico y una pareja de guardacostas abordaron el navío con cuidado. Se temían lo peor dada la situación de abandono del barco: seguramente un mal golpe de mar habría hecho que el patrón perdiera pie, cayendo al agua y sin posibilidad de regresar al barco. Quizás se podría haber golpeado con algo y haber quedado inconsciente y en manos del temporal. Quién sabía ya. Tras inspeccionar a fondo la cubierta y la pequeña cabina, el médico volvió a la lancha de rescate para comunicar por radio la terrible noticia. El único tripulante de aquel velero participante en la Vendée Globe, competición que comenzara 45 días antes en el puerto de Marsella, había desaparecido en mitad del océano Atlántico. No había, ni seguramente lo habría, rastro del cuerpo.

La pareja de guardacostas se afanó entonces en recoger cualquier pertenencia del participante. Encontraro rota la radio, que recogieron junto con los guantes y las gafas que se encontraban en la cabina, y lo metieron todo en el baúl de ropa que había fuertemente sujeto en un lateral. Mientras ordenaban la ropa para que cupiera todo, una pequeña funda cayó al suelo mientras uno de ellos doblaba un chubasquero. Sorprendido, el guarda sacó de la funda un pequeño cuaderno húmedo. Era el diario del patrón, sus últimas palabras...



Martes 18 de diciembre. 

Acabo de hablar con Marie. Dice que está bien, pero que es una locura esta competición. Yo también lo creo, pero me gusta estar así de loco. Ella no entiende mi amor por la mar, no siente como yo esa naturaleza rabiosa capaz de lo mejor y de lo peor. Pero la comprendo, cada uno es diferente. Me gustaría, cuando termine, llevarla a pasar unas vacaciones al Caribe o algún sitio así. Creo que lo necesita, y que yo también lo necesitaré. Aún falta la mitad de la competición, pero creo que tengo posibilidades, así que según el puesto podré darnos más o menos caprichos. 

Miércoles 19 de diciembre. 

Un día más, ya perdí la cuenta de cuantos días llevamos de competición. Podría contarlos, pero me niego. Estoy empezando a notar los efectos de la falta de sueño continuo, cada vez me cuesta más despertarme cada 20 minutos para mantener el rumbo correcto. Y cuando ya no intento dormir, me quedo embobado mirando el vaivén del mar. Al reaccionar, a veces ni siquiera recuerdo que estaba pensando. Debo informar al doctor por radio, él me dirá que hacer. De momento, me hace gracia imaginarme como aquellos marineros de otros tiempos, sin otra cosa que hacer en sus largos viajes que observar el mar. Un hombre solo frente al mar. 

Jueves 20 de diciembre.

He perdido posiciones. Está claro por la información que me ha dado el contacto de la organización. He ido más lento y ligeramente desviado de la ruta, así que debo esforzarme más estos días, dormir menos o algo, debo estar totalmente atento. El doctor dice que es normal el cansancio, que tome más vitaminas y que coma siete veces al día. No debo preocuparme. También he visto objetos en el agua, aunque lejos. No sé que serán, dudo que haya habido ningún naufragio por aquí. Igual solo son objetos de otros participantes, lo que refuerza mi idea de que voy demasiado atrás. Hay que mejorar. 

Viernes 21 de diciembre. 

Por radio me acaban de informar de que se acerca un temporal, otro más. Este año estamos teniendo mala suerte con la meteorología. Tengo que preparar el velero para el fuerte viento y amarrar bien los barriles de agua y comida. Seguramente esto vuelva a retrasarme, pero no hay más remedio. He vuelto a hablar con Marie, como cada tres días. Dice que me nota raro, distante, pero es normal a estas alturas. No acaba de entenderlo, creo que tarde o temprano me dirá que abandone. Pero no puedo hacerlo, es demasiado importante. Mi carrera está estancada y un buen puesto aquí me ayudará con los patrocinadores. Cuando lo consiga, ella lo entenderá. 

Sábado 22 de diciembre.

Dios mío estoy volviéndome loco... ¡No puede ser lo que he visto! Había alguien ahí, ahí en el agua. Un cuerpo, ¿estaría muerto? No lo sé... Flotaba, a la derecha del velero, ligeramente atrás. Sí, está claro que estaba muerto, estaba boca abajo. No puedo creer que haya visto eso, habrá ocurrido algo. ¿Y si fuera algún participante? Me habrían informado. Suspenderían la competición... ¿no? Pero es que se ha movido, juro que se ha movido. O no, quizás mi imaginación... El agua, seguro que ha sido culpa del agua. Lo ha girado y entonces... Su cara. Sonreía... No volví a mirar atrás. Necesito dormir, llevo días muy cansado.

Domingo 23 de diciembre

Están subiendo al barco, los escucho. Oigo como sus manos arañan el casco. No quiero... No puedo mirar. Los he visto antes, los he visto nadando desde todas partes hacia aquí. Cuerpos pequeños y alargados, oscuros. Desvié el barco del rumbo, pero siguieron persiguiéndome. No hay nada que hacer... No sé que son, no sé que quieren... Claro que sé que quieren, me quieren a mí. Aquí estoy. Encerrado entre este temporal y rodeado de esos bichos. No puedo luchar más, no tengo armas, no me quedan barriles que tirarles, la radio no funciona... Es el fin. Marie, te quiero. Tendría que haberte escuchado, pero ya es tarde. Voy a por ellos, ahora sabrán quien soy... 




Tayne.

Vendée Globe 2012/2013

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