jueves, 3 de octubre de 2013

Su sombra.

Esa noche no encontraba la luz que acabara con su sombra. Poco a poco crecía desde sus talones, prolongándose por la pared hasta que casi tocó el techo. Su forma, deformada pero semejante a él mismo, le invitaba a cruzar el umbral y fundirse con ella. Otra vez estaba allí. Llamándole desde el frío. Mostrándole la puerta de salida.

Con un portazo salió a la calle, corriendo, sin mirar atrás. Las farolas encendidas lo veían huir, seguido de cerca por su oscuro compañero. En cada esquina que doblaba, la sombra lo seguía. Cada ruido de la ciudad parecía silenciarse frente a aquella loca persecución. Como si la noche no fuera lo suficientemente oscura para incluir aquel reflejo de su propia alma en su negrura. Sobresalía como sobresale un dibujo en relieve en una lisa pared.

Espesa y negra oscuridad con sus mismas formas. Sus piernas eran aquellas, pero se alargaban y doblaban en cada pared. Sus brazos se movían a la vez, pero aquellas extremidades parecían querer alcanzarlo con sus dedos extendidos y amenazadores. Cada vez que se giraba veía su cabeza allí, a lo lejos. Oscura. Sin rasgos. Como una sombra cualquiera. Pero aquella era su propia sombra, su oscuro mundo interior pugnando por salir a flote y tragárselo, a él, a sus pensamientos, a su tristeza.

Tras cruzar una valla sin cerrar, se adentró en la espesura del primer parque que encontró. Entre los árboles no había ya más luz que la que se filtraba a duras penas por el techo de hojas que lo cubría al correr. En cierto momento, sin más ruidos que sus pisadas y su pesada respiración, el chico se detuvo. Miró atrás y a los lados. Estaba sólo. Por un momento creyó librarse, se vio contando los segundos que pasaba, esperando, asustado.

Pero allí estaba, lentamente acercándose. Inconfundible aún en aquel paisaje sin luz. La figura oscura que quería ser él mismo se alzó de forma antinatural desde el suelo, enfrentándose a él cara a cara, igualándolo en tamaño. Un chico frente a su sombra. Una realidad frente a sus oscuras posibilidades. Allí estaba, dispuesto a engullirlo una vez más.




Tayne.

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