domingo, 10 de agosto de 2014

Templario.

— ¿Por qué sigues ahí?

— ¿Que por qué? Es fácil. ¿Por qué la esfinge continúa guardando las tumbas de faraones ya casi olvidados entre las dunas del desierto egipcio? ¿Por qué los moais mantienen sus miradas fijas en el cielo sobre la isla de Pascua con sus duras caras de piedra? ¿Por qué Stonehenge sigue en pie, en formación, inalterable al paso del tiempo y la civilización? Te lo explicaré: porque guardan un secreto. Su pequeño y misterioso secreto, nacido años y años atrás, al abrigo de otras mentes más sabias que las nuestras. Y tú pensarás, ¿por qué me cuentas esto? ¿Qué relación tiene? Toda, en realidad. Cual fiel guardián, como todos ellos, yo sigo aquí para proteger tu secreto. Esa belleza depurada a lo largo de las generaciones hasta llegar a ti, pura y genuina. Ese cabello que destella con el sol del mediodía y se mece con la brisa del mar, creando una conjunción perfecta con la naturaleza. Esos ojos únicos que solo con mirar son capaces de entender el funcionamiento de los mecanismos del corazón. Ese espíritu que aparece como sin querer y llena cualquier espacio con su calor, reclutando almas para que se unan a su dura batalla contra la vida y el mundo. Todo eso y más son los tesoros que protejo. Finalmente, ¿por qué lo hago? Para eso ya no tengo más respuestas. Simplemente se siente dentro, como una misión divina. Como un templario sobre las colinas de Jerusalén, apoyado en su vieja y gastada espada, que no quiere hacer otra cosa en lo que le quede de vida que continuar cumpliendo con su cometido. Esta es mi razón para seguir ahí, porque te siento muy dentro de mí.




Tayne.

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